jueves, 28 de noviembre de 2013

PRIMERA INFANCIA Y EDUCACIÓN ARTÍSTICA.




Escuchando las descripciones y comentarios de niños y niñas que realizan juegos heurísticos, se puede deducir que en este juego hay constantes transformaciones de los objetos que manipulan desde el momento en que intervienen en ellos utilizando sus propiedades para modificarlos, realizar pequeñas intervenciones en el suelo, hacer construcciones, etc. Cuando se establece una relación con el objeto, la propia toma de contacto, la interacción objeto-sujeto, produce una transformación. Algo cambia en ambas partes y se produce una nueva comprensión del medio.
Y de nuevo, la figura del adulto. Como organizador y facilitador de la actividad. Con actitud atenta pero apartado del juego, para no invadir ni molestar, pero disponible con la mirada y observando cómo se producen las acciones efectivas de los niños y niñas que son libres para interactuar con el medio. El juego simbólico es un juego de transformaciones: el niño se transforma para ser otro cuando se pone en el lugar de y desempeña roles que no son el suyo propio. También es un importante juego de transformación de objetos. La transformación es un proceso lleno de emoción y parte necesariamente de una fuerte implicación emocional y psíquica de las que el niño o la niña no son conscientes, porque lo más importante es el componente afectivo de los mismos.

Para transformar un objeto hay que hacer previamente un análisis de los parámetros cognitivos de los mismos; trabajar la coordinación y la organización perceptiva a través de una serie de operaciones que se realizan sobre los objetos: asociar, clasificar, seriar, ordenar. Este tipo de acciones garantiza el desarrollo del pensamiento operatorio. Cuando el niño o la niña juegan con los objetos, proyectan sobre ellos sus representaciones mentales. Por medio de estos juegos, la infancia proporciona a los objetos reales un uso simbólico, lo que manifiesta su capacidad creadora.

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